Durante muchos años se utilizó para coronar tortas de bodas. Lo restante se guardaba envuelto en fino papel dentro de una lata. Al año siguiente, los novios conmemoraban el aniversario compartiendo un trozo de ese bizcochuelo oscuro de sabor tan particular, convertido en símbolo de unión. En la actualidad se mantiene viva esa tradición, rescatando en ella el valor histórico de la colonización galesa en nuestra provincia.